jueves, 21 de julio de 2011

La tarea política de nuestro tiempo

(Libros de Referencia: La tarea del héroe de Fernando Savater y Después de la pasión política y En contra de la indiferencia de Josep Ramoneda)

A mí modo de ver, la tarea política de nuestro tiempo se trata de recuperar la política. Recuperar la política del secuestro a la que se ha visto sometida por parte de los poderes económicos. Esto ya lo han advertido diversos intelectuales desde hace tiempo y con el fenómeno de la crisis se ha puesto de manifiesto de forma extremadamente clara.
En nombre de la economía estamos asistiendo ante un desmantelamiento del Estado del Bienestar. Logros que nos ha costado siglos de conseguir, que se han pagado con mucho esfuerzo e incluso con sangre, se están sacrificando ante el moloch de la economía y la sostenibilidad del poder financiero. Ante la situación actual, la lucha de la izquierda –si es que este término tiene todavía sentido- ya no es la de profundizar en los derechos laborales, sociales, económicos, etc de las personas más desfavorecidas sino la de mantenerlos a salvo de la involución neoliberal (que es lo que está pasando en Catalunya con Convergencia, donde se han producido serios recortes en sanidad y educación y a los funcionarios se les obligará a trabajar más horas, reduciéndoles el salario). Hemos llegado al punto, que el izquierdista más aventurado no le queda más remedio que ser conservador.
Una de mis principales preocupaciones vitales en estos tiempos consiste en reconocer lo que es posible de lo que no lo es. ¿Es posible una alternativa a las medidas regresivas que está adoptando el gobierno y que probablemente aplique el PP cuando alcance el poder? No lo sé, no soy experto en economía y precisamente esa es la arma que esgrimen los políticos para privilegiar a esa casta de brahmanes que son los potentados del poder económico. Se escudan en los galimatías económicos para justificar políticas restrictivas a los avances en derechos de los trabajadores y beneficiar o al las clases más favorecidas, muchas veces en detrimento de las personas más oprimidas económicamente.
Yo quiero creer que sí existen alternativas y por eso apoyo el movimiento 15-M. Ha habido actuaciones (como lo que sucedió en el parlament de Catalunya, aunque también habría de analizar que condicionantes se dieron para que se produjera, si los que lo produjeron eran infiltrados o fanáticos violentos no representativos del movimiento, etc) con las que no estoy de acuerdo, pero hay que reconocer que la tónica general ha sido la de un comportamiento no-violento, lo que le da legitimidad ética para realizar sus acciones. El movimiento de los indignados plantea una alternativa a la sumisión de los políticos ante los poderes financieros, pues es falso que carezcan de programa, podéis encontrar sus propuestas en su página web, mediante una mayor transparencia democrática, un acercamiento de las distancias de los ciudadanos a la casta de los que detentan el poder y un mayor control a los abusos de poder tanto político como económico, las medidas que proponen los indignados coinciden con los fines políticos que Fernando Savater plantea en su libro La Tarea del Héroe, premio nacional de Ensayo 1982 (que los llamó hatajo de mastuerzos por los incidentes del parlament, véase lo que digo sobre esto unas líneas más arriba).
Hubo un eslogan en Plaza Catalunya que me gustó mucho: “Si luchas puedes perder, si no luchas estás perdido”. El objetivo de la ilustración fue la emancipación del individuo, es decir, que el ciudadano conquiste mediante el pensamiento crítico su propia libertad. Aunque en esta época que llamamos postmoderna el metarrelato de la ilustración haya quedado deslegitimado, creo que sería un error renunciar a la lucha por la autonomía del individuo. De modo prioritario, ante uno de los puntos más oscuros de las democracias actuales: la del mundo laboral. Con la tecnología orientada a aumentar la producción hasta el infinito (pues el mismo sistema siempre está generando necesidades nuevas para aumentar el consumo), reduciendo el esfuerzo solamente lo que se crea conveniente y mantener la relación amo-esclavo en lugar de estar dirigida a plantear un sistema laboral más emancipador, más creativo y más, ¿por qué no atrevernos a decirlo?, más lúdico. Con el aumento de las horas de trabajo, en lugar de reducirlas y que disminuyan el número de parados, etc. Con el aumento de la edad de jubilación y del número de años cotizados para obtener la máxima cuota de pensión. No es hora ya de cambiar el modelo laboral por otro mucho más humano, destruir su nihilismo orientándolo hacia las personas y no hacia las mercancías.
Liberar a la política del secuestro ejercido por los poderes económico y devolverla a sus legítimos propietarios, los ciudadanos. Esa es la tarea en la que me gustaría colaborar no por altruismo sino por el egoísmo más intimo de los que pueden existir. El hallazgo de mi propia autonomía, de mi propia libertad.

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