sábado, 16 de julio de 2011

De purísima y oro y Las razones del viajero

Una canción y un poema que recité en La puerta de Tanhäusser, que se emite los jueves de 5 a 6 de la tarde en Bocarradio (90.1 FM). Se reemite los domingos de 7 a 8 de la tarde. Si no os llega la frecuencia podéis escucharlo aquí: http://www.bocaradio.org/portal/


De Purísima y oro.

Academia de corte y confección,
sabañones, aceite de ricino,
gasógeno, zapatos topolino,
"el género dentro por la calor".

Para primores galerías Piquer,
para la inclusa niños con anginas,
para la tisis caldo de gallina,
para las extranjeras Luis Miguel.

Para el socio del limpia un carajillo,
para el estraperlista dos barreras,
para el Corpus retales amarillos
que aclaren el morao de las banderas.

Tercer año triunfal, con brillantina,
los señoritos cierran "Alazán",
y en un barquito, Miguel de Molina,
se embarca, caminito de ultramar.

Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la "señá" Cibeles,
cautivo y desarmado
el vaho de los cristales.
A la hora de la zambra, en "Los Grabieles",
por Ventas madrugaba el pelotón,
al día siguiente hablaban los papeles
de Celia, de Pemán y del bayón.

Estrenando las garras de astracán
reclinada en la barra de "Chicote",
la "bien pagá" derrite con su escote,
la crema de la intelectualidad.
Permanén, con rodete Eva Perón,
"Parfait amour", rebeca azul marino,
-"Maestro, le presento a Lupe Sino,
lo dejo en buenas manos, matador"-

Y, luego, el reservao en "Gitanillos",
y, después, la paella de "Riscal",
y, la tarde del manso de Saltillo,
un anillo y unas medias de cristal.

-"Niño, sube a la suite dos anisettes,
que, hoy, vamos a perder los alamares"-
de purísima y oro, Manolete,
cuadra al toro, en la plaza de Linares.

Habían pasado ya los nacionales,
habían rapado a la "señá" Cibeles,
volvían a sus cuidados
las personas formales.
A la hora de la conga, en los burdeles,
por san Blas descansaba el pelotón,
al día siguiente hablaban los papeles
de Gilda y del Atleti de Aviación.

Canción de Joaquín Sabina 

 

Las razones del viajero



Está solo. Para seguir camino
se muestra despegado de las cosas.
No lleva provisiones.

Cuando pasan los días
y al final de la tarde piensa en lo sucedido,
tan sólo le conmueve
ese acierto imprevisto
del que pudo vivir su propia vida
en el seguro azar de su conciencia,
así, naturalmente, sin deudas ni banderas.

Una vez dijo amor.
Se poblaron sus labios de ceniza.

Dijo también mañana
con los ojos negados al presente
y sólo tuvo sombras que apretar en la mano,
fantasmas como saldo,
un camino de nubes.

Soledad, libertad,
dos palabras que suelen apoyarse
en los hombros heridos del viajero.

De todo se hace cargo, de nada se convence.
Sus huellas tienen hoy la quemadura
de los sueños vacíos.

No quiere renunciar. Para seguir camino
acepta que la vida se refugie
en una habitación que no es la suya.
La luz se queda siempre detrás de una ventana.
Al otro lado de la puerta
suele escuchar los pasos de la noche.

Sabe que le resulta necesario
aprender a vivir en otra edad,
en otro amor,
en otro tiempo.

Tiempo de habitaciones separadas.

Autor: Luis García Montero

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