sábado, 23 de julio de 2011

El espacio de lo posible o la entrada al laberinto

El dilema de mi vida no es político sino ético. ¿Cómo vivir la vida o cómo hacer la vida más aceptable? De esta pregunta se sigue, cómo de otras muchas, ¿Qué entra dentro de lo terreno de lo posible, qué es lo que se puede conseguir?
Esta es mi entrada al laberinto. El capitán Ahab quería capturar a la ballena para rasgar la realidad y ver lo que se ocultaba detrás. La respuesta que le dio el cetáceo blanco no podía ser más clara, la muerte. El método que me gustaría emplear para comprobar qué es lo posible es la de golpear al azar, adentrarme por senderos no hollados todavía por nadie, no sé si lo conseguiré.
El azar es el espacio donde la posibilidad se halla más libre, de hecho el azar es pura posibilidad. En el campo de lo posible, el azar, hay mucho por ganar aunque también mucho que perder, la vida incluida. Y la forma de pasar desde el reino de lo necesario al espacio de lo posible es mediante la acción. La acción es la cama donde le ponemos los cuernos al destino.
Yo creo que la vida es una aventura. Vivir la vida como una aventura es una cuestión de perspectiva, salir de casa e ir al estanco a comprar un cartón de tabaco se puede vivir con tanta intensidad como navegar el Amazonas. O incluso más, teniendo en cuenta la burocratización de las compañías turísticas en esta clases de epopeyas pues ahora para subir el Everest hay que presentar autorización, sacar ticket y fichar en el reloj de la mercantilización de la experiencia.
Un proyecto de vida o estar al tanto de las teorías éticas ayuda a percibir la vida como una aventura. Ortega decía que convenía entender el término moral como “tener más moral que el alcoyano” y que el que tiene ética vive más que el que no la tiene por contraposición a la idea general que tiene la gente de la ética como cosa de curas y fundamento de represión sobre todo sexual.
La palabra virtud viene de la latina vir que significa fuerza, es un instrumento que hace a la persona que la emplea mucho más fuerte. Nietzsche que normalmente se le considera amoral y precisamente, nadie más moralista que él, otra cosa es que su moral coincidiera con la de la época y precisamente por eso nadie más moralista porque lo que él pretendía era que el hombre creara sus propios valores. Savater argumenta que el nazismo lo único que hizo fue crear un rebaño de ovejas rabiosas pero ningún auténtico lobo que era lo que pretendía Nietzsche, que según Savater, es algo mucho más cruel y peligroso.
Quien pretenda crear sus propios valores, seguir un camino diferente y arriesgarse a entrar al campo de lo posible deberá recaer sino en el aislamiento si en la más profunda soledad. Y es bastante probable que le tenga que mirar a los ojos a la muerte. Y a la vida que es mucho más peligrosa que la muerte, como decía Bukowski. Es el precio por salir del redil.
Supongo que comprobar que pertenece al espacio de lo posible y que es lo que es imposible se logra comprender –y creo que comprenderlo del todo no se logra jamás- con la experiencia, a medida que vas elaborando tu biografía y vas de lucha en lucha con sus respectivas derrotas y triunfos y sobre todo con la transfiguración interna que dejan mella en ti esas batallas.
Dije en la presentación que estaba enamorado de la vida y es cierto. Dije que no creía en la amistad pero no escribí que creo que hay que tener amigos. En un libro de Enric Vila (que no llegué a leer entero y lo tengo que hacer) El nostre heroi Josep Pla, dice que en estos tiempos se necesita más que nunca de maestros que prediquen la amistad y creo que tiene razón. Dejé caer que el amor era una trampa pero no expliqué que era una trampa en la que estaba dispuesto a caer las veces que hiciera falta. De hecho creo que no he hecho otra cosa en este blog que hablar de amor. Todavía no estoy de vuelta porque creo que para estar de vuelta hace falta haber ido y a mí aún me falta por ir a muchas partes. A explorar el espacio de lo posible, golpeando el azar.

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