domingo, 23 de octubre de 2011

A la memoria del Maestro Chenel

Faena del maestro Antonio Chenel con el mítico toro blanco Atrevido, manejando la muleta como un píncel. Gran crítico taurino y, lo más importante, muy buena persona.

sábado, 22 de octubre de 2011

Un artículo de Javier Marías (es que yo soy Madridista).

Corazones tan blancos
El País, 1994 [Recogido en el libro Salvajes y sentimentales. Letras de fútbol Aguilar, 2000]
Nuestro corazón tan blanco ha conocido cosas peores en estos últimos años y aun así ha sobrevivido. Acostumbrados a ganar, hemos descubierto que perder no nos mataba, lo que tiene su misterio. Nunca pudimos suponer que entregaríamos en el partido final dos Ligas seguidas a nuestros rivales. Y en Tenerife. Tampoco que volveríamos a encajar un 5-0. Y sin Cruyff en el terreno de juego (estaba en la banda, dirigiendo). O que el destinado a ser nuevo Di Stéfano resultaría un chupón inseguro, un correcaminos croata, horizontal y frágil. Más grave que todo esto fue escuchar a un entrenador que tras perder campeonatos y eliminatorias decía con expresión pánfila: "Esto no tiene por qué afectarnos", mientras nuestro corazón se iba haciendo cada vez más negro y alguna zona se necrosaba: un hombre no ya sin sentido del espectáculo, sino sin algo mucho más importante en el fútbol: sentido del dramatismo. La primera lección de todo jugador y de todo entrenador debería ser esta: "En este juego, si no hay drama no hay nada". Si perder o ganar un partido no se vive como un asunto crucial y con argumento o historia, con desenlace o catástrofe, que afecta al pasado, al presente y al futuro, a la dignidad y a la decencia y por supuesto a la cara con que se levanta uno al día siguiente, entonces dejémoslo estar y miremos por televisión a los equipos de los otros con ecuanimidad y tibieza (pronto desertaríamos de programa tan insulso). El fútbol es el circo de nuestros días, pero también el teatro. Ha de ser emoción, temor y temblor, desolación o euforia. Nada de esto hemos tenido los madridistas en los últimos tiempos, ni siquiera desolación, porque según los responsables nada "tenía por qué afectarnos", qué herejía.
Ahora se añade una minúscula humillación: en las votaciones de los técnicos sobre el campeonato que acaba, el Madrid no figura en el palmarés de los mejores por ningún sitio. El Barcelona, a falta de sus encuentros decisivos que aún pueden dejarlo en subcampeón de todo, se lleva los elogios, quizá con merecimiento. Si Alfonso no se hubiera lesionado… No importan, no busquemos excusas: ¿acaso nuestros Zamorano y Dubovsky pueden competir hoy con Romario y Laudrup -será nuestro-, incluso con Latorre y Mijatovic? ¿El voluntarioso Hierro con el sagaz Guardiola o el voraz Guerrero? ¿El nada divino Morales con el titánico Sergi? Y qué decir de los entrenadores, ¿cómo puede compararse la sosería artera de Floro con la cándida vehemencia del deportivista Arsenio? El fútbol es una convención, como todo lo que se contempla. Pero además de riesgo y de cuanto ya he enumerado, esa convención exige ingenuidad, o lo que es lo mismo, creer que todo es posible, el desastre y la hazaña, el vuelco, la sorpresa infinita, y que el desastre es desastre y la hazaña hazaña cuando se dan, que el mundo se acaba en otro partido, aunque sepamos que hay otro al cabo de siete días. El Madrid hace tiempo que no es un equipo ingenuo, y por ello no merece ser destacado.
Pero nuestros corazones no serían tan blancos si no mantuviéramos un rasgo de chulería ("Madrid es saber meterse las manos en los bolsillos mejor que nadie", decía el colchonero García Hortelano parafraseando, creo, a Ramón Gómez de la Serna, buen gato). Y al fin y al cabo, ¿quiénes son esos técnicos para que su votación tenga importancia? Se trata de un grupo en el que todos menos cuatro o cinco fracasan al final de la temporada, todos menos el campeón de Liga, el de Copa, algún uefo inesperado y los dos que se salvan pese a tenerlo todo en contra. Así que vamos a ver, ¿quiénes son esa pandilla de fracasados para decirnos a nosotros nada? (No hace falta decir que en cuanto termine el artículo me meteré las manos en los bolsillos como bien sé hacerlo.)

Extraído de
http://www.javiermarias.es/PAGINASDEARTICULOS/pagdearticulospais.html

viernes, 21 de octubre de 2011

Amics per sempre

Dedicado a mis amigos

Elogio a la clase política

Felipe González suele decir que yo soy pesimista con la razón y optimista con la voluntad. Esta máxima es una inversión del consejo Kantiano la cuál yo comparto totalmente. Esta máxima es una inversión del consejo kantiano la cual yo comparto. Comparto el pesimismo de la razón porque es signo de lucidez y comprendo y comparto el optimismo de la voluntad, porque creo que la clase política, en general, ha actuado con muy buenas intenciones.

Yo valoro a los líderes políticos desde una perspectiva positiva, creo que hay que juzgarlos por sus frutos y sus frutos la mayoría de veces han sido excelentes. Adolfo Suárez inició la transición, Calvo-Sotelo nos integró en Occidente, Felipe culminó la transición y modernizó España, Aznar logró forjar una gran alianza con U.S.A e Inglaterra, países claves en Occidente junto a otras instituciones y Zapatero consiguió grandes logros en derechos sociales y ha colaborado junto a otras instituciones, (hay que nombrar especialmente a las fuerzas de seguridad del Estado y especialmente a la lehendakaritza) contando también, hay que reconocerlo, con la de la propia ETA en conseguir el fin de la violencia en Euskadi.

Este artículo está dedicado a toda la clase política, y en especial, a la del Estado Español.

La auténtica democracia de la escritura



 Hace más de un año en una tertulia literaria que organiza la biblioteca del Carmel, se comentaba la democracia de la escritura se había establecido en la actualidad. Yo creo que aunque se ha abierto mucho la escritura tradicional sigue siendo un poco oligárquico y meritocrático. Eso no significa que esté en contra del mundo de los libros, al contrario, allí se encuentra la excelencia de la escritura. Lo que digo es que para todo escritor nóvel es difícil comenzar publicando un libro.
Las redes sociales, en general, y los blogs en particular tienen la ventaja de que su edición y publicación es más económica (en cuanto a tiempo y dinero) y si se lleva con profesionalidad se puede llevar a gran número de lectres. También es un medio más libre de comunicación, casi todo blogger es un profesional.
Ahora lo que intento en mi blog es que los posts sean breves y el lenguaje utilizado sea claro y conciso. Creo que así llegará a gran número de lectores y no mermará para nada la calidad del trabajo realizado. Me gustaría, algún día, lograr vivir de lo que escribo. Tampoco tengo prisa.

lunes, 17 de octubre de 2011

Movimiento 15-M

Agapito Maestre en un artículo de Libertad Digital de ayer, titulado “El complejo Timótico” contaba que los indignados se veían afectados por el Timos traduciéndolo a cólera. Que el objetivo era reventar las instituciones y seleccionar a los dirigentes políticos y los partidos.

Últimamente no he seguido este tema y me he perdido todo eso. Creo que puedo decir que en las asambleas del Carmelo-Plaza Pastrana el objetivo no era ese. Una de las cosas que dice dicho artículo es que carecen de proyecto y yo creo que esa es una de las claves para que el movimiento funcione. Los indignados deben elaborar un proyecto definido para poder tener fuerza social y política.

Si el objetivo es fundar un partido político cuanto más definido esté el proyecto y tenga una base teórico-ideológica sólida, más fuerza tendrá pero perderá heterogeneidad (ese es el precio a pagar cuando se quiere influir políticamente cuando se asume una concepción ideológica determinada).

Jordi Mollà en un artículo de El Periódico de Catalunya apostaba que los indignados adoptase el papel de una minoría activa. Porque es cierto que la gente se sigue sintiendo representada por los partidos políticos y en las elecciones del 22-M la mayoría de gente acudió a votar, entre ellos, yo mismo. Si el movimiento quiere triunfar otro punto clave es que respete y voy más lejos, se integre en las instituciones. Yo estoy a favor de que se forme en movimiento social. Los indignados así perderían poder de acción pero al convertirse en un grupo más heterogéneo ganaría en ideas y siempre conservaría cierta influencia política y social. Mi opinión va por este camino.

EL COMPLEJO TIMÓTICO

Agapito Maestre

Las manifestaciones de los indignados nada tienen que ver ya con el espíritu democrático que, quizá alguna vez, inspiraron sus primeras expresiones. La indignación colectiva por un motivo abstracto, como sería la existencia del mal en el mundo, no es indignación. Es una enfermedad social que padecen muchos individuos. Se llama complejo timótico –del dios griego de la ira: Thymos–, o sea, la cólera surgida de un mal abstracto que es promocionado por totalitarios, encuadrados en turbas urbanas, cuyo único objetivo es la agitación y la movilización general de la sociedad. Los dirigentes de los indignados sólo aspiran reventar la democracia. Por eso, como en el caso español, esas gentes aparecen especialmente en procesos electorales, tiempo clave para que la ciudadanía ejerza el sufragio de acuerdo con las dos condiciones fundamentales de las sociedades democráticas, a saber, poder seleccionar a nuestros representantes políticos sin presiones personales y sin movilizaciones sociales.
Libertad individual y tranquilidad social son, exactamente, los dos presupuestos democráticos que tratan de destruir los indignados. ¿Cómo llamar a esta gente? ¿Cómo dirigirnos a quienes destruyen los procedimientos democráticos, especialmente, cuando más necesarios son para tomar las grandes decisiones políticas? Estamos ante revolucionarios. Sí, sí gentes radicalmente contrarias a los seres que creen en la democracia. La cuestión es sencilla de comprender: revolucionarios frente a demócratas, gentes que desprecian la política frente a personas que creen en las instituciones, violentos que imponen por la fuerza su convicción frente a pacíficos que discuten sus opiniones con sus conciudadanos.
Indignados y demócratas son términos antitéticos. Eso es todo: el demócrata es pacífico y, por eso, cuando se manifiesta en la calle por un motivo concreto y singular, no sólo pide permiso a la autoridad correspondiente, sino que también somete sus demandas a la crítica pública. El indignado timótico, por el contrario, no sólo no pide permiso, sino que se cree "legitimado" por este "complejo moral y cuasi religioso" para imponer la cólera al resto de la sociedad. Su grito es terrible: ¡Reventemos la calle! En otras palabras, el complejo timótico vertebra en la actualidad las ansias de imponer una "justicia universal", o lo que sea, pues ni ellos mismos lo saben, a través de la violencia. El indignado, y en esto coincide con el terrorista, sólo pretende la movilización general, la toma del poder y, luego, ya veremos lo que hacemos.
Es menester, pues, levantar acta de estas obviedades para descalificar la posibilidad de contemplar esta movida de los indignados como algo remotamente vinculado a la democracia occidental. Falso. Este personal sólo utiliza la democracia para asesinarla. En el mejor de los casos, la "legitimación" de estos indignados es de carácter religioso o moral, una especie de odio universal a la injusticia terrena, pero que nada tiene que ver con la política y la democracia, porque no someten su opinión a la crítica de los demás y, además, tratan de imponerla violentamente. La democracia es la resolución pacífica de conflictos, mientras que los indignados nos imponen su falsa cólera, o sea, quieren infectarnos con su enfermedad.
¿Será esta movida de los indignados, junto con el aquelarre montado por los terroristas de Eta en San Sebastián, los dos últimos "argumentos" de Rubalcaba para ganarle a Rajoy el 20-N?

domingo, 16 de octubre de 2011

En apoyo a la muleta de Antonio Barrera


A últimos de Agosto, Antonio Barrera realizó una faena en la monumental utilizando una muleta con la bandera de la Senyera. Creo que fue una acción muy inteligente para defender el toreo en Catalunya, no sólo como signo de españolidad sino también de la propia Catalunya. En Catalunya hay muchas personas de orígenes catalanes que les gustan los toros y no caen en un nacionalismo primario y fundamentalista de identificar toros con una España casposa que no existe (y quizá nunca existió).

Ignacio Sánchez Mejías, torero inmortalizado por Lorca en “Llanto por la muerte de Sánchez Mejías” fue republicano y anticlerical, el prototipo de republicano de aquella época. También fue escritor de obras de teatro.
También parte de responsabilidad de esta situación ha sido el considerarlo como fiesta nacional.

Yo considero al toreo como una fiesta internacional ya que aunque de origen español se ha transmitido a otros países como Francia y continentes como Sudamérica. Manuel Benítez “El Cordobés” toreó junto a Palomo Linares más allá del muro de Berlín, creo que la fiesta habría que promocionarla no sólo aquí sino también en el extranjero.

¿Héroes?: unos más que otros...

Hay una controversia en el toreo entre toreros de valor y toreros artistas, en Tendido Cero recogieron el guante (me parece que fue posterior a este artículo) sobre esta cuestión al reconocer a Espartaco como torero de valor y artista. A mí me gustan los dos tipos de toreo, aunque he de reconocer que a mí me gusta más el toreo de artista, aquí dejo este artículo de Antonio Lorca (crítico taurino al que sigo) y lamentando la cogida de Juan José Padilla y añado también a la del diestro José Ortega Cano: 


La mejor noticia es que el diestro Juan José Padilla está vivo. Se lo llevaron en volandas, casi sin vida, al hospital tras su tremenda cogida en la Feria del Pilar y, más pronto que tarde, seguro que volverá a hombros, victorioso, otra vez, frente a la durísima adversidad de su arriesgada profesión. Es el sino irremediable de los héroes del toreo. Y Padilla es uno de ellos.
Padilla es de esos toreros que cada tarde sortean los hierros más duros grandes y peligrosos
Todos los toreros lo son, porque todos ellos se juegan la vida frente a un animal salvaje que, en cualquier momento, puede hacer añicos la ilusión tantas veces soñada de alcanzar o mantener el reconocimiento como figura del toreo.
Pero unos lo son más que otros, también es verdad. Porque no todos los que se visten de luces les rozan las barbas al mismo tipo de toro. Y Juan José Padilla es integrante principal de ese reducido grupo de avezados toreros que debe sortear cada tarde los hierros más duros, los toros más bastos, los más grandes y peligrosos.
Quizá, porque Padilla es un torero fuera de tiempo, fuera de su tiempo; un lidiador de antaño, un torero de ribetes antiguos. Él mismo promueve esa imagen con sus patillas largas y anchas y el diseño singular de sus trajes de luces. Pero está fuera del tiempo, sobre todo, porque la tauromaquia de hoy solo admite y venera al torero de pellizco y sentimiento, al artista creador de filigranas. Y Padilla no lo es. Él es un torero valiente; un luchador indómito, un lidiador con todas las de la ley, un matador que ha tenido la gallardía de abrirse camino en un mundo que no parece hecho a su semejanza. Hoy, los héroes de antaño han dejado paso a los artistas. Desde que Juan Belmonte revolucionó la esencia de la fiesta ni el toro, ni el público ni el torero son ya lo mismo. El primero ha dulcificado su comportamiento, ha ganado en volumen, pero ha perdido movilidad, fiereza y carácter; el torero ya no es un aguerrido luchador contra una fiera, y el público es más sensible, y prefiere arte con becerros que hazañas con toros.
Es la fiesta misma la que se ha modificado por completo, de modo que la lucha -que no es otra cosa que la lidia- entre un hombre y un toro ha dado paso a la sensibilidad artística.
Quizá, por eso, la afición no valora de igual manera al lidiador y al artista. La figura de hoy es un torero elegante, fino, creativo y, muchas veces, algo parecido a un enfermero ante un animal escaso de fortaleza, bonancible y colaborador. Al torero de hoy se le exige un alma embrujada para interpretar con fidelidad la armonía ante una embestida pastueña.
Y quedan los lidiadores, -y Padilla lo es en grado sumo-, que deben buscar la gloria ante legendarias ganaderías, duras, correosas, denostadas por todas las figuras y poco valoradas por el público, ante las que el riesgo, siempre presente en el ruedo, se agiganta.
Sin ser un artista, sin que sus muñecas estén bañadas por la gracia, Juan José Padilla se ha ganado el respeto y la admiración de todos por su entrega, su corazón, su capacidad de lucha y su fuerza para seguir adelante a pesar de tantas tardes imposibles.
El pasado viernes, el infortunio se cruzó en la vida de este torero, y a punto ha estado de perder para siempre su sonrisa. Pero esa horripilante, pavorosa y espantosa cogida no podrá con la fortaleza de este extraordinario lidiador, de este heroico torero que, como todos, está fabricado de otra pasta, capaz de sobreponerse a las más duras desventuras de la vida.
Ojalá vuelva pronto a los ruedos Juan José Padilla. Ojalá esa tarde zaragozana no sea más que una cicatriz en la castigada piel de este bravo torero. Ojalá la imagen escalofriante del diestro herido sirva para renovar el reconocimiento a los héroes que, como Padilla se juegan la vida. Aunque no sean artistas.

Extraído de diario El País, autor: Antonio Lorca

lunes, 3 de octubre de 2011

Una canción que me ha gustado: Nadie es mejor que nadie

O como acabar con la competitividad, sinceramente me ha gustado y me viene  bastante bien (nos viene bastante bien a todos) en algunos aspectos:

Sonríes pero hay algo en tu interior
Que no te deja vivir.
Tal vez sea tu forma de entender,
Nadie es mejor que nadie.

Te equivocas cuando me miras así
Yo no soy el que tu piensas.
Si confundes el creerte algo más,
Déjalo, te queda camino.

La culpa no es de nadie, créeme
El silencio te agoniza
No puedes ocultar la realidad
Si te crees el Dios de alguien.

Te equivocas cuando me miras así,
Yo no soy el que tu piensas.
Si confundes el creerte algo más,
Déjalo, te queda camino.

Sentirás que la envidia te puede matar
Y la soledad te embriagara para siempre.
Sentirás el dolor de creerte alguien mejor
Y tus cenizas quedaran inertes.

Te equivocas cuando me miras así,
Yo no soy el que tu piensas.
Si confundes el creerte algo más
Déjalo, te queda camino.

Extraído de Lyricsmania