viernes, 8 de julio de 2011

Dos canciones de Joaquín Sabina

Posteo dos videoclips de las canciones que recité en La puerta de Tänhausser ayer, si queréis escucharnos emitimos los jueves de 5 a 6 de la tarde en Bocarradio (90.1 FM si no os alcanza la señal podéis escucharnos en esta página web: http://www.bocaradio.org/portal/ ) , también se reemite los domingos de 7 a 8 de la tarde.
El videoclip de la arriba es de la canción "Esta boca es mía" interpretada por Olga Román y el de abajo de "Peces de Ciudad" interpretada por Ana Belén.  También posteo las letras:

Esta boca es mía

Más vale que no tengas que elegir
entre el olvido y la memoria,
entre la nieve y el sudor.
Será mejor que aprendas a vivir
sobre la línea divisoria
que va del tedio a la pasión.
No dejes que te impidan galopar
ni los ladridos de los perros
ni la quijada de Caín.
Que no te dé el insomnio por contar
las gaviotas del destierro,
las amapolas de París.
Te engañas si me quieres confundir,
esta canción desesperada
no tiene orgullo ni moral.
Se trata sólo de poder dormir
sin discutir con la almohada
dónde está el bien, dónde está el mal.
La guerra que se acerca estallará
mañana lunes por la tarde,
y tú en el cine sin saber
quién es el malo mientras la ciudad
se llena de árboles que arden
y el cielo aprende a envejecer.
Y sal ahí
a defender el pan y tu alegría.
Y sal ahí
para que sepan
que esta boca es mía. 

Peces de ciudad.

Se peinaba a lo garçon
la viajera que quiso enseñarme a besar
en la gare d’Austerlitz.


Primavera de un amor
amarillo y frugal como el sol
del veranillo de san Martín.


Hay quien dice que fui yo
el primero en olvidar
cuando en un si bemol de Jacques Brel
conocí a mademoiselle Amsterdam.


En la fatua Nueva York
da más sombra que los limoneros
la estatua de la libertad,

pero en desolation row
las sirenas de los petroleros
no dejan reír ni volar
y, en el coro de Babel,
desafina un español.
 
No hay más ley que la ley del tesoro
en las minas del rey Salomón.


Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis sueños va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje, 
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un no te quiero querer.

Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad


que mordieron el anzuelo,
que bucean a ras del suelo,
que no merecen nadar.


El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.


En Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.


Cuando en vuelo regular
pisé el cielo de Madrid
me esperaba una recién casada
que no se acordaba de mí.


Y desafiando el oleaje
sin timón ni timonel,
por mis venas va, ligero de equipaje,
sobre un cascarón de nuez,
mi corazón de viaje,
luciendo los tatuajes
de un pasado bucanero,
de un velero al abordaje,
de un liguero de mujer.


Y cómo huir
cuando no quedan
islas para naufragar
al país
donde los sabios se retiran
del agravio de buscar
labios que sacan de quicio,
mentiras que ganan juicios
tan sumarios que envilecen
el cristal de los acuarios
de los peces de ciudad


que perdieron las agallas
en un banco de morralla,
en una playa sin mar.


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