miércoles, 29 de junio de 2011

Más puntos suspensivos

Estrella de la mañana

Lucero de fulgores diamantinos
rechazas las tinieblas
que pueblan los abismos de lanoche.
Anuncias la promesa
de un eclipse de arena,
de un rayito de mar.
Clavel del firmamento, corazón
de alondra. Del naufragio
alivias al navío con tu brillo,
al viajero señalas el camino
y al astro rey precedes en su trono.
Cereza de la China, flor de malva;
la certeza, la duda,
la rosa y la espina,
los clavos de mi cruz
y mi resurrección
eres tú para mí.
Un ósculo de fuego
en un cielo sin luna.
Quizás el sol será la mermelada
que nutra las hogueras
de nuestro corazón.
Y una brisa serena
se cernirá en la tarde
y más allá del alba.
Quizás nos encontremos
allí, en ese lugar adonde van
los que aman demasiado.


Sobre las palabras que acaban en mente

(Soneto)

Tus cabellos sembrados de mil dudas
escuecen mis entrañas. Sé que guardas
la luna entre tus ojos, perlas pardas,
y bajo el celemín: besos de Judas.

Si pruebo tus hechuras tan agudas,
si caigo por palabras alabardas
evitaré el perdón porque ya tardas
en ir al paraíso de los Budas.

Y en suelos del asfalto y de la arena
un toro se desangra quedamente.
Teseo desligó ya su condena.

El albergue de tu cuore y de tu mente
duplica tu figura en esta vena
que el sol desvanece tenuemente.

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