Ya no recuerdo cuanto tiempo hará que eliminé mi antiguo blog: "El aprendiz de filósofo". La razón porque me decidí a borrarlo, fue por satisfacer las demandas de mi familia de dejar la menor huella posible de mi enfermedad mental en los bosques de internet. Llegaron incluso a decir que "presumía de enfermedad". También tuve un brote pocos meses después de mi último post y estuve especialmente débil. Todavía hoy tengo secuelas y pienso que quizá tendré que convivir con ellas el resto de mi vida. Con esto no quiero dejar la impresión de un dramatismo victimista, lo digo con la misma neutralidad del diabético que tiene que resignarse a comer una dieta hipocalórica o del que tiene que acostumbrarse a comer sin sal porque tiene la tensión alta. Un factor más para retirarme de internet fue que consideré que uno de las causas del brote fue mi presencia en Internet. Llegué incluso a eliminar mi perfil de facebook y no utilizar el messenger.
Algo de mí ha cambiado, en este tiempo que he pasado solo. Sí, solo. Mi experiencia me ha confirmado que la amistad apenas vale nada y que el amor puede ser una de las trampas más dolorosas de las que puedas encontrarte en la vida. Algo que quizá sepa todo el mundo, muchas veces tengo la sensación, como dice Pavese en El oficio de vivir que lo que saben los demás a los veinte, yo lo aprendo a los treinta.
Sin embargo, hay que resistir, creo que pese a toda la mierda que hay, la vida vale la pena. Una psicóloga me dijo una vez que yo pese a todas mis quejas, estaba enamorado de la vida. Esa afirmación me sorprendió y tras pensarlo un poco, creí que tenía razón. Sí, estaba enamorado de la vida y lo sigo estando. Si volviera a vivir seguiría afirmando todo, como creo que dije en el anterior blog, pese a todas las equivocaciones que he podido cometer. Y como sigo enamorado de la vida y pienso que hay que aguantar todo lo que nos echen y me gusta dejarlo por escrito, he decidido abrir este blog.
El título del blog: El sendero tortuoso es una metáfora de lo que considero que es la vida, un camino indirecto, con requiebros, muchas veces empinado y que no sabemos a donde nos lleva. O quizá lo sabemos demasiado bien. Espero que no haya sido demasido truculento o demasiado solemne con la denominación.
Me gustaría que hubiera un hilo de continuidad con "El aprendiz de filósofo", pero también que exista cierta evolución. No se escribe lo mismo cuando se ronda los treinta años que a los veinticinco. Aunque la verdad es que no me siento más maduro, quizás más amargo, pero no más maduro. Tampoco sé lo que se ha de entender por madurez. Cada día soy más crítico con el mundo y con mi entorno.
No me considero dueño de ninguna verdad original, ni de mostrar la iluminación a nadie. Ni siquiera me considero especial en mi locura. Hay un mito romántico que considera la locura emparentada con la genialidad, nada más alejado de la realidad. Si hay cierta lucidez en algunos locos es por las circunstacias que conlleva la locura, como el sufrimiento, el dolor, la pobreza, la marginación, la estigmatización. La locura en sí, es un error en la interpretación de la realidad, mera estulticia. No me quejo de estar psiquiatrizado, prefiero estar en el lado de aquí, que en el lado de allá. No es por miedo, sino porque considera que viviendo en el lado de la razón se vive más, que en el mundo de las verbenas del delirio. Nunca he aprendido nada de un brote psicótico, para mí ha sido un paso atrás que hacia delante.
Además, la locura es peligrosa, no solo para la sociedad sino para el que la padece. He conocido demasiadas personas destruidas por ella. Personas que se dirigían directamente a gente de la venida de los extraterrestres y cosas por el estilo. Yo mismo he llegado a hacer cosas parecidas. Personas que merodean en torno a la deficiencia mental. Sí, soy partidario de la psiquiatría y si me encontrara con una persona que sospechara que tuviera una enfermedad mental le recomendaría que fuese al doctor y siguiera sus instrucciones. En realidad soy partidario de una psiquiatría heterodoxa. Eso quiere decir que estoy a favor de que se mejoren las instalaciones psiquiatricas y que el trato con los pacientes se hagan con comprensión y respeto. Que los ingresos psiquiátricos se hagan en condiciones no traumáticas y que las duraciones de éstos no se alarguen más de lo que se considere adecuado para la estabilización del paciente. Que una vez que el paciente se haya recuperado haya las condiciones óptimas de diálogo entre médico y paciente y siempre que sea posible éste último decida que medicaciones tomar y que terapias seguir. Que se fomenten las asociaciones de enfermos mentales y tengan representación y voz en la sociedad. Que se elimine la estigmatización y la marginación de los enfermos mentales que fomentan ciertos medios de información (o desinformación, recordemos la muletilla cuando sale un homicida, "tenía problemas mentales", no se dice que es una pequeña minoría de los enfermos mentales los que cometen actos criminales). Que aumenten las pensiones no contributivas a un nível que permitan sobrevivir a los que las cobran. Y un sin fín de etcéteras...
Espero que no haya sido demasiado pesada esta digresión sobre la enfermedad mental pero es uno de los temas centrales de mi mundo y hablar de ello será una constante en este blog. También trataré de libros, música, cine, teatro, política, etc. Un poco de todo de un modo anárquico. Uno de mis mayores problemas es que no tengo una disciplina y muchas veces lo he pagado por ello. Por ahora no tengo una cosmovisión, ni he adoptado un sistema filosófico como dogma. Es una insuficiencia pero también me permite moverme con más libertad. Aunque siempre tengo en cuenta que la libertad parte del conocimiento y que comienza con la misma letra que la palabra "Ley" como dice en alguna parte Fernando Savater, lo que me impide ser un ácrata en el sentido más purista del término. Me gustaría que mis lectores -si es que los tengo- pensaran por sí mismos, no busco discípulos ni palmeros.
Lo que más me motivaria es que este sendero tortuoso fuera punto de encuentro entre caminantes que se saluden al pasar.
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